La Llamada. Capítulo 16.
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Gómez sintió cómo las
lágrimas caían de sus ojos por la rabia y la impotencia que sentía.
Ahora su mujer y su hija se veían involucradas en una trama que ni
él llegaba a comprender. Y a manos de aquella en la que confió. Se
sintió traicionado. Se sentó sobre sus rodillas y observó cómo el
avión se alejaba por el cielo despejado de aquel país que ni tan
siquiera le gustaba. Apretó los puños lleno de rabia y se puso en
pie. En ese momento llegaron Alyssa y Cristian.
-¿Estás bien? -preguntó
Alyssa colocando su mano en su hombro-.
Gómez se apartó de ella
con brusquedad.
-No me toques -contestó
con dureza-.
-No te preocupes, las
encontraremos -dijo intentando tranquilizar a un Gómez cada vez más
iracundo-.
-¡¿Qué no me
preocupe?! ¡¿Cómo coño me puedes decir que no me preocupe?!
-gritó encarándose a ella-.
Cristian les observó en
silencio.
-¡Todo esto es por tu
culpa!
-¿Por mi culpa? ¡Yo no
he hecho nada!
-¡Si no te hubieras
empeñado en buscar ese maldito pergamino, esto no habría ocurrido!
-¡Yo no tenía ni idea
de lo que podía pasar! -se defendió ella-. ¡Mi amiga también ha
muerto, por si no lo recuerdas!
-¡Me importa una mierda!
Nunca debí involucrarme... ¡Y ahora ellas están en peligro!
Sin esperar respuesta
Gómez se dirigió hacia el hangar. Cristian se acercó a Alyssa, que
parecía confundida y dolida por la reacción del sargento.
-No se lo tengas en
cuenta. Ha debido ser muy duro para él ver cómo se las llevaban.
Alyssa le miró y guardó
silencio.
-No es culpa tuya,
Alyssa. No es culpa de nadie.
-Lo sé -dijo apenas sin
voz-.
Crisitan llamó a la sede
y pidió que enviaran un helicóptero para recogerlos. Cuando
llegaron a la entrada, Gómez les esperaba apoyado en el vehículo de
Cristian.
-¿Está bien, sargento?
-preguntó el Maestre-.
Pero Gómez, ignorando su
pregunta, dijo con sequedad:
-Vamos. No podemos perder
más tiempo.
-He pedido que nos venga
a recoger un helicóptero. No creo que tarde en llegar.
En ese momento el
teléfono de Gómez vibró en su bolsillo. Lo sacó y contestó
tragándose la rabia y la impotencia.
-¿Sí?
-Señor Gómez -dijo una
voz masculina con acento americano-. Soy Jonson.
La voz de su consuegro
sonó apagada y distante, envuelta por el murmullo característico de
las comisarías.
-Dígame.
-Han... -su voz se quebró
por un instante-. Han asesinado a mi hijo.
Luis guardó silencio.
Tras enterarse de lo ocurrido, su mente borró la muerte de su yerno
para ser ocupada por el único pensamiento de liberar a su familia de
las garras de su compañera.
-Lo siento -alcanzó a
decir-.
-Ha sido su compañera.
-Lo sé -contestó
pasando la mano por su rostro-. Y lo siento mucho. Pero ahora no
tengo tiempo de hablar con usted...
-Señor Gómez -le
interrumpió-. Por favor, escúcheme.
Gómez suspiró.
-De acuerdo. Pero dese
prisa.
-No sé la razón por la
cual han asesinado con tanta sangre fría a mi hijo. Me han sacado
del caso y ahora, en mi posición, no puedo hacer nada... Pero usted
sí. ¡Usted sí que puede hacer algo! ¡No permita que esa hija de
puta se salga con la suya! ¡Se lo pido como compañero!
-Pero...
-¡No puede permitir que
esa bruja ande por ahí como si nada! ¡Ha matado a mi hijo, por el
amor de dios!
Jonson se alteró por
momentos. Su voz empezó a temblar. Gómez conocía de sobra aquella
actitud y reaccionó.
-Agente, cálmese. Sé
que ha sido un golpe muy duro. Pero debe mantener la cabeza fría.
Se giró hacia la puerta
del vehículo pensativo.
-Lo que debe hacer ahora
es ir junto a su familia. Su mujer le necesita, ¿de acuerdo?
-¡Pero cómo quiere que
me quede de brazos cruzados! ¡Dígame dónde está e iré con usted!
¡Puedo serle de ayuda! ¡Conozco la ciudad!
-Ahora usted no se debe
preocupar de otra cosa que no sea la de velar por su familia y
guardar el duelo por aquel que le han arrebatado ¿de acuerdo? Debe
volver a casa y consolar a la madre de su hijo. Yo me encargaré de encontrar a Mamen. Recuerde que tiene a mi mujer y a mi hija. No pienso
dejar de buscar hasta dar con ella.
Jonson guardó silencio.
-¿Me ha oído?
-De acuerdo... Pero Gómez
-dijo al fin-. Prométame que vengará la muerte de Martin.
Dijo aquellas palabras
con todo el odio que guardaba en su pecho. Con toda la rabia que una
persona puede sentir al perder a un hijo de aquella manera.
-Se lo prometo
-sentenció.
Colgó el teléfono y
Alyssa se le acercó.
-¿Cómo puedes decirle
eso cuando ni siquiera tú te aplicas el cuento?
Estaba molesta. Luis la
miró y bajó la cabeza.
-Lo siento -murmuró-. Sé
que no es culpa suya, doctora. No debí decir eso.
El rotor de los motores
de un helicóptero se oyó a lo lejos.
-Ya están aquí -dijo
Cristian encaminándose hacia la pista-. ¡Vamos!
Se pusieron en camino y
el teléfono volvió a sonar.
-Hay que joderse, puto
teléfono... -renegó-. ¿Sí?
-Sargento, siento
molestarle en sus vacaciones.
Era el agente Carlos,
desde San Martín.
-¡Carlos! ¿Qué pasa?
-dijo sorprendido por la llamada-. ¿Por qué me llamas?
-Algo raro está pasando en el pueblo.
Gómez miró a sus
compañeros que acababan de introducirse en el vehículo.
-¿Qué ha pasado?
-Verá, hace unos días
supimos que el castillo lo ha comprado un millonario extranjero. Pero
eso no es lo raro, ya sabemos cómo funcionan las cosas en este
país... Lo que me ha llamado la atención es que desde hace un par
de días el pueblo se ha llenado de vehículos de alta gama,
generalmente oscuros. Y hágame caso si le digo que esa gente esconde
algo. Se pasan el día dando vueltas por el pueblo pero ni entran en
los bares ni compran nada. Yo creo que están vigilando algo o a
alguien...
Carlos era nuevo en el
cuerpo y el más joven de todos los agentes. Pero enseguida se ganó
el respeto de los demás. Primero de su promoción en criminología,
era un erudito en el estudio de la conducta humana y el lenguaje
corporal. Si él decía que era raro, Gómez le creía. Además, no
podía ser una simple coincidencia.
-De acuerdo, Carlos.
Muchas gracias por avisarme.
-Pensé que debía
saberlo.
-Y has hecho bien. Hazme
un favor. Vigila a esos tipos. Y, siempre cuidándote de que no te
descubran, estudia de cerca los movimientos que pueda haber en el
castillo.
-Sargento, ¿ha pasado
algo que yo no sepa?
Carlos notó que el tono
de voz de su jefe no era el habitual.
-Te lo explicaré en
cuanto llegue. ¡Ah! Si antes de que llegue yo ves que Mamen ha
regresado, házmelo saber de inmediato. Pero no te acerques a ella ni
a ninguno de los hombres que haya por los alrededores, ¿de acuerdo?
-Claro sargento. No hay
problema.
Colgó el teléfono, lo
guardó en la chaqueta y corrió hacia el helicóptero. Nada más
subir, el piloto cerró la puerta y se dispuso a despegar.
-Debemos volver a España.
Creo que van hacia allí.
-Pero eso significa...
-dijo Cristian pensativo-.
-¡No puede ser! ¡Claro!
-exclamó Alyssa-. ¡El viernes se darán todas las circunstancias de
las que hablaba el pergamino!
-¿Qué quieres decir?
-Mientras tuve el
pergamino, lo único que conseguí descifrar, antes de que me
apartaran de la investigación, fueron unos acontecimientos
concretos. Recuerdo que mencionaba la luna nueva, que nombraba como
una noche de oscuridad absoluta y un principio de mes. ¡Y el viernes
precisamente habrá luna nueva y el día coincide con el principio de
mes del antiguo calendario celta! Había varias coincidencias más,
pero ahora no las recuerdo.
-Lo que significa que el
día elegido para realizar la llamada es el viernes -añadió
Cristian. Se aproximó al piloto y añadió-. Daniel, ¿Crees que con
esto podríamos llegar a España?
El piloto se giró
extrañado.
-Creo que sí. ¿Cambio
de planes?
-Sí. Avisa que viajamos
hacia Europa. Que los de la sede de Toledo estén preparados para
nuestra llegada.
-Sí, señor.
Mientras tanto, un jet
privado procedente de Edimburgo con destino Madrid, cruzaba aguas
internacionales. Sánchez miraba las nubes que sobrevolaban. Parecían
colchones de algodón blanco inmaculado. Sir William, el hombre ataviado con el traje escocés, se levantó de
su asiento y se situó junto a ellos.
-¿Cómo va el viaje,
caballeros? -sin esperar respuesta, se dirigió hacia el compañero
de Sánchez-. Mister Smith, ¿me dejaría ocupar su asiento un
instante?
Smith y Sánchez se
miraron.
-Me gustaría hablar con
el Señor Sánchez.
-Claro -dijo poniéndose
en pie y dirigiéndose hacia uno de los asientos vacíos-.
Sir William se sentó y
observó a Sánchez con una sonrisa que no supo descifrar.
-Ya queda poco para
llegar al lugar sacro -empezó a decir. Sánchez guardó silencio-.
Allí nos espera el Prior. Tiene muchas ganas de conocerle, Señor
Sánchez. Un templario que es capaz de traicionar a su Orden como
usted ha hecho, no se ve todos los días.
Pasó la pierna por
encima de su rodilla y entrelazó los dedos a su alrededor.
-Dígame, Señor
templario, ¿a qué se debió ese cambio?
Sánchez le miró. Tenía
la mirada de un perro viejo al que le acababan de provocar.
-Las razones por las que
lo hice, Sir William, no le incumben. Eso para empezar. Y, si no le
importa, no quiero que vuelva a llamarme templario con ese tono
despectivo que acaba de usar. Puede que haya traicionado a mi Orden,
pero le sigo guardando respeto y espero que usted y su séquito de
ricachones, lords o lo que mierda sean, les guarden el mismo respeto.
-No se ofenda, Señor
Sánchez. Por nada del mundo me gustaría ofenderle a usted o a su
compañero. Era simple curiosidad.
La mirada de William le
escrutó con detenimiento, como un reptil acechando a su presa. En
ese momento el piloto del avión anunció la entrada en territorio
español.
-En breve llegaremos a
destino. Les ruego tomen asiento.
William se puso en pie y
salió al pasillo.
-Disfrute de lo que queda
de trayecto, agente.
Sánchez suspiró
aliviado al verle marchar. Ese hombre le incomodaba. Su arrogancia,
su altivez. Pero debía mantener la sangre fría si quería que las
cosas salieran tal y como estaban previstas.
Cuando llegaron al
aeropuerto, varios vehículos les esperaban en la terminal. Subieron
y fueron llevados a una casa rural, que más que una casa parecía un
cortijo, dónde les esperaba el resto de la cúpula del Priorato.
-Pensaba que nos
llevarían a San Martín -le dijo Sánchez a uno de los que iban en
su mismo coche-.
-No. Hasta mañana no
iremos allí. Hemos recibido noticias de que están siendo
investigados por la policía local y no quieren que corramos riesgo
alguno antes de mañana.
-Entiendo...
-Pero... -la mirada del
hombre cambió-. Creía que usted se encargaría de mantener a su
gente al margen.
Sánchez se removió
inquieto.
-No se preocupe,
averiguaré quién ha dado la orden de investigar algo que no he
autorizado.
-Gómez... -pensó
maldiciendo su suerte-.
El cortijo estaba rodeado
por una verja antigua. Se componía de tres caserones individuales
que formaban un patio interior con una plaza. Sin duda, alquilar
aquel lugar debió costar caro. Bajaron de los vehículos y fueron
conducidos hacia la casa principal. Estaba decorada con muebles
castizos de una notable antigüedad. Pasaron por diferentes salas y,
en una de ellas, como trofeos, estaban expuestas varias cabezas de
caza mayor, entre las que se encontraba la de un Oso Pardo.
-Qué vulgaridad...
-comentó William, quién detestaba la caza por diversión, aunque
por su estatus social se había visto obligado, en más de una
ocasión, a participar en la Caza del Zorro que cada año organizaban
en su país-.
La sala donde les
esperaban estaba ocupada por una mesa de grandes dimensiones donde
esperaban sentadas tres personas. Una de ellas, cubierta con una
túnica y el colgante que le definía como el Prior, estaba sentada
al frente de todos. Los recién llegados fueron escogiendo asiento y
no tardaron en servir el almuerzo.
-Mis queridos compañeros
-dijo poniéndose en pie-. Bienvenidos. Les estábamos esperando con
emoción.
Sánchez le observó. Era
un hombre alto y delgado con un tono de piel ligeramente dorado, un
moreno natural que no había visto antes. Su rostro tenía una nariz
aguileña y unos ojos negros profundos. No pudo ubicar su acento
pero, en cierta manera, le recordó al acento árabe.
-Mañana es el gran día,
caballeros. Cuando entre la noche, una noche de oscuridad total,
dónde ni las nubes se atreverán a asomarse, será el gran momento:
La llamada de nuestro ángel, nuestra arma más poderosa. Por fin
podremos alcanzar aquello que hemos ansiado durante tantos años. Por
lo que hemos luchado sin desvanecer. Somos pocos los que quedamos...
Se sentó en su asiento y
guardó unos minutos de silencio, sólo roto por el ladrido de algún
perro lejano.
-Eran grandes hombres,
grandes amigos los que han perdido la vida por nuestra causa. Pero ya
estamos cerca y su muerte no habrá sido en vano.
-Por supuesto, prior
-dijo William llamando la atención del resto-. Pero no olvidemos que
los Templarios nos siguen los pasos de cerca. Aún podría haber
alguna reyerta antes de que llegue la hora.
-Lo sé, mi querido
William -el prior y Lord Michaels eran los únicos que podían dirigirse hacia él sin
utilizar el Sir-. Esos incansables e insufribles caballeros no nos lo
van a poner fácil. Pero, aunque ellos nos ganen en número, nosotros
poseemos el pergamino y nuestra preciada arma.
Se formó un pequeño
murmullo cuando los ojos del hombre se posaron en los de Sánchez.
-Porque, tenemos el
pergamino, ¿no es así?
No ocultó el recelo que
Sánchez le producía. Si algo sabía por la experiencia al mando del
priorato, era que los Templarios rara vez traicionaban sus ideales.
-Por supuesto -contestó
tajante-. Y en breve lo tendremos aquí. Mi soldado se encargará de
traerlo en persona. Dele unas horas más y lo podrá comprobar usted
mismo.
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Obra registrada a nombre de Carmen de Loma en Safecreative.
Increíble la trama que has montado. Unos personajes muy creíbles. Una aventura con ingredientes (aunque me falta mucho de leer) que hacen que la historia no sea nada sencilla, pero su lectura muy ligera y clata. Estupenda Carmen! Bravo!
ResponderEliminar¡Hola Miguel Ángel!
Eliminar¡Muchas gracias! Aunque la trama no es solo mía, J.C. (el creador de leyendas) es también partícipe de ella :)
La verdad es que cada capítulo se lía más la cosa, a ver cómo termina jeje A mí, en particular, hay varios personajes que me gustan mucho, y está siendo muy divertido crearlos y ver cómo van creciendo con la historia :D
¡Muchísimas gracias por pasarte por el blog y por dejarme un comentario! ¡Un abrazo! ^^
¡Guau! La trama parece que se acerca a su desenlace. Tengo mucha curiosidad por saber qué ocurrirá esa noche con el sarcófago. Los capítulos que están por venir prometen, y seguro que nos sorprendéis. ¡Cuando Gómez se reencuentre con cierto personaje será todo un momentazo!
ResponderEliminarOs seguiré leyendo con ganas. ¡Un abrazo!
¡Buenas!
EliminarSí, jejeje ¡¡puede ser un encuentro donde salgan hasta chispas!! XD
Muchas gracias. Qué bien que te esté gustando tanto ^^
¡Un abrazo! :D
Vamos, vamos que se aceleran las cosas y tienden a confluir con todo el mundo de vuelta a Espanya a San Martin...
ResponderEliminarCasi ahora no puedo psrar para ponerme totalmente al dia. Buena trama la que estais montando.
Ya te hemos enganchado, ehhh??? jejeje
EliminarDe vuelta a España, y ¡con el tiempo en contra!
Gracias por el comment! :)
Pronto se sabrá qué sucederá esa noche... ¡Qué intriga! ¡Je, je, je! Los caminos convergen y lo que ocurrirá promete. Je, je. Les está saliendo una historia excelente. ¡Saludos!
ResponderEliminar¡Hola Nahuel!
EliminarSí, ya empiezan a unirse los cabos. ¡A ver cómo termina todo!
Muchas gracias :D Hacemos lo que podemos ^^
¡Un abrazo!
Ya voy en el 16, espero terminar hoy,y sigue cada vez mas intrigante, como te darás cuenta soy un tanto ansiosa, por eso me gusta leer historias que ya estén completas, así no tengo que esperar para el siguiente capítulo ;-).
ResponderEliminarTambién para mi Dan Brown es uno de mis autores favoritos, es de los que mas he leído, supongo que por eso me enganché desde el principio con esta historia :-)
¡Nos leemos en el siguiente! ¡Saludos!
¡Buenas!
EliminarAsí que tú eres de las mías, jeje Si una historia engancha no la sueltas ^^ (Qué bien que te haya pasado con esta!!)
¡Abrazo! :D