ESPERANZA (Parte 1)
Dedicado a mi madre,
que fue la que me animó a que escribiera sobre este tema.
Obra de Víctor Hugo.
Blog: https://du-dum-dum.blogspot.com.es (Pásate por él,
no tiene desperdicio ;) ).
Día
48.
Ya
llevamos una semana en esta barraca.
Desde
las ventanas altas a veces entra la brisa cargada de sal. La verdad
es que siempre he querido ver el mar, pero no nos permiten salir al
exterior. Aunque hoy, más que emoción, siento miedo. Nos han
llegado rumores de que no todo es tan sencillo como nos lo vendieron,
un viaje seguro hacia la paz, un mundo de oportunidades... Según
dicen, muchos de nosotros no llegaremos ni vivos.
Tengo
ganas de llorar. Pero he de ser fuerte. No me queda otra.
Extraño
mucho a Ayan. Si él estuviera junto a mí, seguro que sabría qué
decir para devolverme la sonrisa... Aún me lloran los ojos cuando
revivo nuestro último momento juntos. Y aún me tiemblan las piernas
cada vez que el escabroso estruendo que acabó con todo lo que
conocía, repica en mi cabeza al cerrar los ojos vencida por el
agotamiento. No debimos esperar tanto... Si no hubiera sido tan
cabezota a lo mejor él seguiría a mi lado. ¿Pero quién me iba a
decir que todos nuestros sueños, nuestras esperanzas, se iban a
resquebrajar como el cristal? Teníamos nuestra pequeña tienda de
comestibles y, aunque no nos daba para grandes lujos, nos permitía
vivir sin sufrir la temible hambruna de la que tanto hemos oído
hablar. Y ahora, ahora... Ahora no nos queda nada. Sin ahorros, gastados al pagar el pasaje hacia la libertad, solo nos queda la esperanza de que
nos permitan vivir dignamente...
Sé
que Dahir también sufre pesadillas, le veo revolverse a mi lado cada
noche.
Es
tan guapo... Mi niño bonito. Es lo único que me da paz en estos
momentos. No puedo dejar de contemplar su carita. Se parece tanto a
su padre...
Vaya,
parece que está algo caliente... Espero que sólo sean imaginaciones
mías.
Día
49.
Uno
de los hombres que nos guiaron hasta aquí se ha acercado a mí de
madrugada. Dice que le he caído bien, que le recuerdo a su sobrina,
y me ha dicho que ha conseguido que salgamos en el próximo barco,
seguramente esta misma noche.
¡Por
fin! Estoy harta de estos camastros. Se me clavan los muelles y paso
frío. Además, Dahir parece más pálido que ayer y tose de vez en
cuando. Empiezo a estar preocupada... Espero que lleguemos pronto a
nuestro destino para que le pueda ver un médico.
Maldita
sea... Ese tipo otra vez. Ojalá no venga en el mismo barco que
nosotros. Me da miedo. No deja de mirarme con esos enormes ojos
negros. Y parece desnudarme con la mirada cada vez que me levanto a
por nuestra ración de rancho.
Ayan...
Ya
estoy llorando otra vez... Será mejor que me recomponga antes de que
despierte mi niño... Quizá encuentre otro momento para escribir antes de partir...
¡¡Definitivamente zarpamos hoy!! Estoy tan nerviosa... ¡El mar me da mucho miedo! ¡No
sé nadar! Pero tengo fe en que va a ir bien. No todo va a salir mal,
¿no? El hombre que dice que le recuerdo a su sobrina me ha
conseguido un salvavidas para Dahir. ¡No puedo estarle más
agradecida!
¿Cómo
será el barco? Somos muchos, ¡debe ser enorme!
Ui,
¡ya vienen! ¡Lo dejo aquí! Volveré a escribir desde mi nueva
casa. Seguro que será de lo más acogedora. No he ido nunca a
occidente, ¿cómo será? Parece tan bonito en las películas... Y la
gente se ve tan amable... Aunque la verdad es que me encantaría que
Ayan pudiera acompañarnos. Volveríamos a forjar nuestro hogar,
lejos de casa, sí, pero sería nuestro pequeño mundo particular...
Nadra despertó con suavidad a su hijo.
—Vamos
Dahir, despierta, es hora de irnos.
El niño, de unos 7 años de edad, se desperezó soñoliento.
—¿A
dónde vamos?
Nadra sonrió con ternura.
—A
ver el mar.
Guardó el diario, y las cuatro cosas que tenía por encima del
camastro, dentro de su mochila. Le colocó el salvavidas a su hijo y
se colocó el macuto en la espalda.
—¡Ayan,
Dahir y Nadra! —gritó un hombre gordo vestido de militar, mientras
ojeaba su carpeta. Levantó la vista y buscó entre el gentío.
Nadra sintió un vuelco en el estómago al oír el nombre de su
esposo. Se recompuso como pudo y levantó la mano indicando que era
ella. El tipo le hizo un gesto con el brazo para que se acercara.
—¿Y
su marido? —preguntó al verla sola con el niño.
Nadra apartó la cara.
—No
ha podido acompañarnos...
—El dinero no se devuelve, ¿lo sabes no?
Asintió con la cabeza.
Los ojos se le humedecieron de nuevo y apretó de forma inconsciente
la mano de su hijo, quién levantó la cara hacia su madre.
El hombre no se inmutó. Señaló una de las puertas y le dijo que se
colocara en la fila.
Se fijó en las personas que viajarían con ella. Por suerte, el
hombre que la observaba con lascivia no iría en el mismo barco. Se
acercó a la fila y saludó con amabilidad a la mujer que tenía
delante, una mujer de su edad, más o menos, embarazada. Sus dientes
resplandecían en contraste con el color oscuro de su piel.
Los nervios eran palpables. El murmullo se fue incrementando.
Abrieron los portones y empezaron a salir hacia el exterior. La luna
se alzaba imponente en el cielo.
—El
viaje será largo —le dijo la mujer que caminaba delante de ella,
en fila, hacia la playa—, será mejor que tapes a tu pequeño o con
la humedad se va a resfriar.
Sacó un impermeable de la mochila y se lo tendió a Nadra.
—¡No
puedo aceptarlo! —contestó azorada al ver que era de una niña.
—Yo
ya no lo necesito.
La mujer esbozó un amago de sonrisa que hizo aún más evidente la
tristeza que sentía al decir aquellas palabras.
Nadra sabía lo que sentía. El dolor por la pérdida de alguien a
quien quieres más que a nada en el mundo.
Agradecida, tomó el chubasquero y se lo colocó a Dahir,
arremangando las mangas hasta que el pequeño se sintiera cómodo.
—¡No
os detengáis! —inquirió uno de los hombres que estaban al mando,
empujándoles.
Al llegar a la arena, Nadra sintió cómo su esperanza se
resquebrajaba ante sus ojos.
—¿Nos
van a subir en ese barco? ¿A todos? —preguntó angustiada en voz
alta.
La lancha con la que debían atravesar el Mediterráneo parecía de
juguete. Su tamaño era mucho menor de lo que había imaginado y no
entendía cómo iban a poder subir todos en ella. Parecía de todo
menos segura. «Habrá más lanchas de esas por aquí cerca», pensó
intentando tranquilizarse, escrutando la negrura dominante. Las olas
del mar rompían con calma en la orilla. Parecía invitarles a entrar
en su seno, como si dijera: Tranquilos, yo cuidaré de vosotros.
Dahir se pegó a ella al ver el agua oscura. Le rodeó con un brazo.
Sonrió con ternura, intentando disimular los nervios, y le dijo que no
se preocupara, que todo iba a salir bien.
Obra registrada a nombre de Carmen de Loma en SafeCreative.
Hermoso...
ResponderEliminarY ahora espero la segunda parte!
Creo que esperanza, junto con amor, son dos de las palabras más bellas que hemos inventado los seres humanos.
:D
Bsss desde Argentina
Cuanta razón tienes!! Sin duda, sin esperanza ni amor, que nos quedaría?
EliminarMuchísimas gracias por pasarte por aquí!! Mil besos guapísima!! :) Que termines de pasar una bonita semana!
Acabo de imprimir esta primera parte de tu relato para leerlo en otro momento, antigua compañera de Cortorelatos. Gracias por seguirme en esa web a través de estos años. hoy me he decidido a entrar en este tu rincón, como tu lo llamas. Si me gusta tu relato, prometo seguirte yo también a ti, gran escritora. Besos y hasta pronto.
ResponderEliminarHola Álex!! Qué ilusión tenerte por aquí :) Ahora hace tiempo que no entro por Cortorelatos, a ver si me paso y así aprovecho y te leo un poquito ;)
EliminarY espero que te guste la historia, gracias por dedicarle parte de tu tiempo.
Besos!! Y nos leemos!!
Carmen, qué duro el drama que narras en tu historia y que viven los refugiados al intentar cruzar el Mediterráneo buscando un futuro mejor.
ResponderEliminarMuy bien narrado, de fácil lectura y me has dejado con las ganas de seguir leyendo.
Enhorabuena.
Besos.
Hola Pilar!
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras :)
Lo cierto es que es un tema duro de escribir, porque la pena que me produce es enorme, por eso suelo escribir más temas de fantasía. Pero al final me he animado a ello.
Me alegro que te haya gustado.
Un abrazo muy grande y gracias por pasarte a leer y comentar ^^
Ante todo muchas gracias por tu comentario al epilogo del primer capitulo de mi saga Cero Absoluto (El Incidente Hades) titulado El Amanecer de la Odisea. Espero que leyendo las entregas ya publicadas de El Incidente Hades (I-VIII y FINAL) llegues a comprender mejor su epilogo (El Amanecer...) Espero pacientemente tus comentarios a dicho primer capítulo que como te digo está ya publicado por entregas en Cortorelatos.
ResponderEliminarRespecto a tu maravilloso comienzo del relato ESPERANZA solo puedo decir que me parece una genialidad por tu parte, gran escritora. Tecnicamente valoro muchisimo la forma de narrar tanto horror de forma tan bella. Espero impaciente la continuación. Besos.
Vaya!! Te puedes creer que leí epílogo y mi mente me la jugó haciéndome creer que ponía prólogo? XD cosas de leer temprano...Aún estaba un poco dormida, jejeje Pues ya sabiendo que hay más no dudes que me pasaré!!
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras, como me sigas llamando gran escritora me lo voy a terminar creyendo! Jeje Me alegra que te haya parecido bonito.
No tardaré en subir la segunda parte, así que espero no hacerte esperar mucho :)
Besos!! Y feliz semana! ^^