La Llamada. Capítulo 19.
Capítulo escrito por J.C.Amante (ElCreadorDeLeyendas). Para acceder a la publicación de su blog, haz click aquí.
El sol había pasado de
ser amarillento a tener un tono rojizo, cada minuto que pasaba el
astro rey se escondía más y más como si se apagase para descansar
en las horas del reinado de la luna. Alyssa, aun dolorida se
interesaba por el estado del gran maestre de la orden del temple, el
cual aun con mucho dolor por sus heridas no dejaba nada al azar.
Supervisaba los movimientos de sus informáticos los cuales movían
sus ágiles dedos por los teclados y pantallas para captar los
movimientos de sus enemigos, estas pantallas mostraban el cortijo
donde había tenido lugar la reunión del priorato.
— ¡Ahí! —Exclamó
Cristian colocando un dedo en la pantalla— Ahí es donde retienen a
la familia del sargento.
El rostro de Alyssa de
relajó por un momento y pensó en Gómez, al parecer gracias a la
tecnología habían descubierto donde se encontraba la familia de
Luis, esta miró en la sala creyendo que Gómez habría terminado de
fumarse su cigarrillo y aparecería en ese justo momento, pero no fue
así, Cristian también lo busco a la vez que sonaba su voz.
—sargento, sabemos
dónde está su familia, vamos a preparar un plan para rescatarlas...
¿Sargento?
Alyssa y Cristian se
miraron y la joven doctora se acercó a él.
—hace un rato que
mencionó que quería ir a fumarse un cigarrillo.
—Maldita sea —Cristian
miro a su hombre en la puerta.
—Es cierto señor
—contestó este— hace un rato que ha salido pero aún no ha
regresado.
—Desde aquí no se le
ve gran maestre —dijo otro desde el balcón mientras miraba a la
calle.
—Gómez no cometas una
estupidez —se dijo Alyssa para sí misma.
— ¿Qué sucede
doctora? —se sumó Cristian.
—Hace un momento he
hablado con él. La verdad es que la paciencia no es su fuerte, más
aún cuando se trata de su familia.
—Me temo que el
sargento ha decidió acelerar el protocolo señor. —Dijo uno de los
hombres que habían ido a buscarlos a la montaña —se ha llevado el
todo terreno y un móvil.
—Localizar el móvil
—sonó de inmediato la orden del gran maestre.
En unos momentos una
señal apareció en las pantallas, su ubicación era clara. Se
encontraba en la ermita.
—Bien, no quiero mucho
revuelo así que me acompañaran dos hombres hasta allí los demás
vigilarán el cortijo. —Miro a Alyssa— tú...
—No pienso quedarme sin
hacer nada —respondió tajante ella.
—Pero esto se va a
poner muy feo.
—Desde que descubrí el
pergamino se puso feo así que, no pienso quedarme al margen.
Sus ojos se humedecieron,
quizás por el recuerdo de su amiga Lucy y la proximidad de donde la
asesinaron.
—Está bien. Entiendo
tus sentimiento ven con nosotros, pero ten cuidado.
Alyssa asintió con la
cabeza mientras sus miradas se cruzaban. Los preparativos empezaron y
en poco rato lo tenían todo listo, partieron hacia allí sin demora.
Mientras tanto en el
cortijo, el priorato de sion cuidaba cada aspecto de lo que sucedería
en el castillo entrada aquella noche que con cada minuto acechaba con
cubrir con su oscuridad la ciudad de Toledo.
En un cuarto casi en
penumbra del cortijo se encontraba Yemdet Nasr, líder del priorato
de sion, allí sus movimientos con las brazos y las manos parecían
dibujar los símbolos en el aire de un antiquísimo ritual de
preparación para lo que tenía que venir, cuando hubo acabado salió
de aquella habitación envuelto en su gran capa negra y con la
capucha sobre su cabeza cubriéndole parte del rostro. Avanzó por
pasillo de la construcción típica de la zona hasta llegar a una
especie de balconada por la cual se asomó; al hacerlo todos los
miembros de aquella antigua orden alzaron su vista hacia el sin mover
sus posicione las cuales eran de perfectas líneas entre los
miembros. Un silencio aun mayor del que ya reinaba se hizo cuando el
líder alzó sus brazos.
—Hermanos y hermanas…
mucho tiempo ha pasado hasta legar a este gran momento que nos une…
mucho tiempo, y muchos de vosotros y de vosotras me habéis
acompañado en este tortuoso y peligroso camino —sus brazos se
relajaron y se apoyaron en la baranda— he nos aquí a punto dar
vida al que hará que nuestra orden domine por encima del resto, un
derecho que nos pertenece desde tiempos inmemoriales —hombres y
mujeres seguían con los ojos puestos en su líder— después de una
larga búsqueda por fin hemos dado con el pergamino que contiene los
escritos para despertar a Silcharde, pergamino que solo yo puedo leer
con claridad pues su antigua escritura es sumeria y yo mismo
desciendo de esta antigua civilización.
Algunos de los presentes
tragaron saliva inconscientemente, no todos los días se tiene
delante a un descendiente directo de una antigua civilización.
—Es por eso que os
necesito más que nunca — siguió el prior— os necesito unidos
junto a mí para afianzar nuestro poder y a través de nuestro acto
reinar sobre la tierra como verdaderamente se ha de reinar. Es la
hora hermanos y hermanas miembros del priorato.
Como si sus pies no
tocaran el suelo, el prior se retiró hacia atrás dejándose
engullir por las sombras de la habitación y dejando a todos con unas
ideas totalmente claras. Cuando hubo desaparecido todos empezaron a
disponer lo necesario para viajar hacia el castillo.
Gómez y Carlos se
adentraban por el pasadizo oscuro y húmedo que conectaba la ermita
con el castillo, los recuerdos se agolpaban en la cabeza del
sargento, se podía ver de niño jugando allí, recorriendo una y
otra vez aquel pasadizo secreto junto con sus amigos, solo que esta
vez sabía que no era un juego y su concentración era total, su
cuerpo tomo una postura que hacía tiempo que no tomaba, la postura
de un soldado que avanza sabiendo que se puede encontrar con el
enemigo en cualquier momento, Carlos lo seguía casi perplejo, no
conocía esa faceta de su sargento y a la vez entendía muchas cosas
del día a día con él en la comisaría.
Un leve eco de sus pasos
sonaba en la oscuridad acompañado por el repiqueteo de las gotas de
agua que se filtraban desde el techo. Gómez detuvo sus pasos en
seco, extendió una mano hacia atrás para detener a Carlos que casi
choca con él, luego asomó su mirada por una esquina para cerciorase
de que no venía o había nadie.
—Sigamos —murmuro—por
aquí.
Carlos lo miro con
determinación y siguieron por ese camino, llegaron hasta unas largas
escaleras que daban a una puerta, esta parecía la puerta de una
antigua celda, completamente de hierro con una diminuta ventana con
barrotes. Gómez tiro de ella pero esta no se movió.
— ¡Joder! Está
cerrada desde el otro lado —volvió a probar— mierda, no se
puede.
Carlos lo miraba
esperando que se le ocurriera algo al sargento al cual consideraba un
hombre de recursos.
Luis se acuclilló y pasó
una mano por su rostro, claramente se veía que trataba de pensar en
algo que no los delatara. De pronto su semblante cambio para mejor y
se colocó derecho apoyado sobre un hombro en la puerta.
—Guarda silencio
Carlos.
Tras estas palabras
emitió unos silbidos característicos, tras esperar unos segundos
los volvió a emitir. Volvieron a esperar.
— ¿Que hacemos
sargento?
—Esperamos la respuesta
a los silbidos, Lolo, Ángel y yo, nos comunicábamos así cuando nos
escondíamos.
Volvió a emitir los
silbidos y esta vez obtuvieron respuesta en forma de pasos que se
acercaban hasta allí. Pero no devolvieron los silbidos.
—Se acerca alguien
sargento, ¿serán ellos?
—Lo dudo, no han
respondido a los silbidos con otros silbidos.
Escondido en las sombras,
Luis y Carlos veían acercarse a un hombre armado con un subfusil,
dicho hombre no parecía ninguno de los compañeros de Luis y este
más se convencía cuanto más cerca estaba pues ahora apuntaba
hostilmente contra la puerta.
— ¿Quién va?
Digo en un idioma que no
entendieron gusto cuando se escuchó un disparo ahogado por un
silenciador que estremeció a los dos hombres que se escondían tras
la puerta. Tras escuchar caer un peso muerto, las respuestas a los
silbidos de Luis sonaron.
—Joder ahora si sois
vosotros.
—Bueno solo yo, Ángel
está custodiando a ese ser.
—Llévame hasta Ángel
y abre esta jodida puerta.
Tras buscar las llaves en
el cadáver del hombre que había abatido. Lolo abrió la puerta y el
y Luis se fundieron en un abrazo de colegas ante la atenta mirada de
Carlos que ya había escuchado historias sobre ellos junto con su
sargento.
—Claro te llevo con el
enseguida, no vas a creer lo que estamos custodiando.
—Créeme —respondió
Luis de inmediato— Lo más probable es que sí que te crea.
Lolo lo miro mientras
avanzaban hacia la zona del sarcófago.
—Estamos trabajando
para una gente muy extraña la verdad y al parecer esta noche tienen
pensado algo gordo.
—Si muy gordo... Pero
se van a llevar una sorpresa muy grande cuando vean que no tienen su
pieza clave. No pienso permitir que jueguen con mi familia y aquí se
lo voy a demostrar.
Llegaron a la zona del
sarcófago y Luis se reencontró con Ángel, ambos se saludaron de
una manera muy parecida a la anterior con Lolo. El sargento no perdió
el tiempo y sus ojos se clavaron en el ser de dentro del sarcófago.
— ¡Joder! Alyssa pero
que cojones has descubierto.
Dijo para sí mismo
mientras los demás se agrupaban tras él.
—Cuál es el plan
sargento.
Se atrevió a hablar
Carlos haciendo que las miradas de los dos antiguos compañeros y
amigos de Luis se clavaran en él.
—Bien... Mi idea es
sacar esto de aquí por donde hemos venido. Somos cuatro así que
creo que podremos.
—Hay un problema —dijo
Lolo— en breve se pondrán en contacto con el hombre que he
abatido. Los más seguro que es que se den cuenta de que falla algo.
Luis quedo pensativo
durante unos segundos.
—Podemos coger su radio
y hacernos pasar por el para ganar tiempo.
—Negativo Luis —hablo
Ángel— utilizan unas contraseñas en un idioma que desconocemos...
Es mas no nos han facilitado ninguna información. Tan solo estar
aquí.
—De acuerdo tendremos
que jugárnosla. Coger el cuerpo, lo envolveremos con la misma ropa
que cubre el interior del sarcófago.
Los hombres se pusieron
manos a la obra y en poco rato lo tenían listo.
— ¡Maldita sea! Que
sensación más rara se me ha quedado en el cuerpo.
Mencionó Ángel mientras
volvía a coger su subfusil.
—Si es verdad, a mí
también se me ha puesto en el cuerpo una extraña y mala sensación
—añadió Carlos.
—Pues no os acojinéis
que ahora nos toca sacarlo de aquí. Cogerlo y vayamos con cuidado.
Alzaron el cuerpo entre
los cuatro y empezaron a moverse. En ese mismo instante Cristian y
Alyssa junto con dos hombre llegaban a la ermita, allí pudieron ver
el vehículo estacionado sin mucho miramiento. Con tan sólo mirarse,
el gran maestre y la doctora decidieron entrar en la pequeña
iglesia. A simple vista no vieron nada ni a nadie así que siguieron
buscando.
Cristian de Molay, mas
versado en esto que su compañera Alyssa, la llamo cuando descubrió
algo.
—Alyssa... Ven —le
hizo unas señas con la mano.
— ¿Qué has
encontrado? -respondió ella cuando llego.
—Mira estas huellas,
síguelas con la mirada.
Unas leves huellas de
barro se dibujaban en el antiguo suelo desgastado de la ermita.
—Desaparecen tras
aquella estatua.
Alyssa miró al templario
con una cara mezcla de emoción y de intriga.
—Creo que Gómez conoce
bien este lugar después de todo. Vamos a ver como entramos —hizo
una pausa para luego dar una orden a sus hombres — vosotros vigilar
el perímetro.
Los hombres asintieron
diligentemente mientras Alyssa ya se encaminaba con paso cauto hacia
la figura.
—Por mi experiencia
debe de haber algún mecanismo oculto que nos permita entrar.
Alyssa se giró cuando
escuchó estas palabras del gran maestre.
—Y... ¿Debe de estar
en la misma estatua?
—No necesariamente
—respondió mientras sus manos se paseaban por la figura.
La doctora hacía lo
propio buscando por la pared, al parecer sin éxito alguno. Pasaron
unos minutos y de pronto sonó un mecanismo que liberó la estatua de
la pared. Cristian y Alyssa se miraron con cara de satisfacción por
haberlo descubierto.
—entremos... Pero ten
cuidado Alyssa.
Cristian desplazó la
figura y una pequeña puerta apareció ante ellos mostrando una
penumbra y un ambiente frío y húmedo. Decididos entraron allí.
Los cuatro hombres
transportaban al sujeto cuando unas voces se escucharon procedentes
de otro pasadizo.
—Joder ya vienen, se
han dado cuenta de que algo les ha fallado —dijo Lolo.
—Mierda no os paréis
seguir —replicó Luis.
Cuando empezaron a
apretar el ritmo, las voces que había escuchado ahora les chillaban
a ellos desde lo lejos. Al parecer les ordenaban detenerse pero no
hicieron caso, así que ahora en lugar de chillarles les dispararon
haciendo sonar las balas en las paredes. Carlos devolvió los
disparos con su pistola sin soltar la parte de peso que sostenía lo
que le hizo errar los disparos. Finalmente los hombres entre disparos
y ya demasiado forzados consiguieron entrar en el pasadizo pero los
hombres armados del priorato aun los seguían.
Obra registrada a nombre de J.C.Amante.
Y ahora te toca a vos salvar al pobre Luis otra vez de los líos en los que lo mete Quim... XD
ResponderEliminarUn abrazoCarmen.
Sí, jejeje A ver qué se me ocurre... Este Quim... Me lo pone difícil, eh?? XD
Eliminar¡Otro para ti! :D
¡Cielos! ¡Qué osados el sargento Gómez y los demás! ¡Hay que ser muy gallardos o muy tontos para esconder a ese ángel! ¡Pero ahora los persiguen los del priorato! ¡Y encima Alyssa y Cristián se acercan! ¡Dios! ¡Esto sí que se puso bueno! ¡Je, je, je, je, je! Hay que ver cómo sigue esto. ¡Saludos!
ResponderEliminar¡¡Jujuju!! ¿Quieres que te cuente como sigue? Pues sigue... Pues... ¡Ni idea! Es que aún no lo he pensado, jejeje :P
EliminarEs un capítulo interesante, ¿verdad? ¡Lo tiene todo! Con cada entrega se supera :D
¡Saludooooos! ^^
Hola!!! Jejeje la verdad es que si que e he dejado un buen "marron" eh jejeje. Pero seguro que te sacas un gran capítulo. Me alegro que os este gustando.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
¡Hola!
EliminarJejeje Me gustan los retos, así que ;) any problem! A mí también me está gustando. Y cada vez más interesante!
Un abrazo fuerte, compi!! ^^
¡Genial, mira que robarse el cuerpo!, lo que no haría uno por su familia.
ResponderEliminarVoy por el último capitulo que creo será genial como todos éstos.
¡Saludos!
Jujuju!! Consiguen el cuerpo, pero... ¿Qué harán ahora con él? jejeje
EliminarUn abrazo!! ^^