En el Silencio de la Noche.
Llevo observando a esta mujer desde
hace varios años. Desde que se quedó sin fuerzas para poder caminar
y quedó postrada en esa cama vieja y andrajosa en la que el tiempo
corre sin prisa. La oigo lamentarse con leves quejidos, suaves
murmullos lastimeros que viajan por la pequeña habitación alumbrada
por la luz que entra por la diminuta ventana, siempre cerrada.
Y siento una ligera alegría cuando veo
sus ojos brillar de emoción cada vez que ese hombre entra con un
niño y pasan un rato a su lado. No puede apenas hablar, pero la veo
esforzarse en mostrar su mejor sonrisa, una sonrisa que en su día
debió ser hermosa pero que hoy deja al descubierto una dentadura
mellada, y llena de arrugas su cara.
Pero de un tiempo a esta parte la
situación ha cambiado. El niño ya no viene. Y los ojos de la
anciana parecen más opacos. Me he acercado a su lado y he notado su
mirada puesta en mí.
–Hola, joven –me ha dicho con un
hilo de voz.
Me sorprende que aún pueda hablar.
Sobretodo si ahora es capaz de verme.
–Hola María –le digo sentándome
en la cama junto a ella.
Intenta incorporarse. La ayudo y apoya
su escuálido cuerpo en el cabezal austero de la cama.
–¿Quién eres? –dice alargando su
mano hacia mí, una mano llena de venas y manchas que se ven a través
de su translúcida piel–. Hace días que te veo observándome desde
ese rincón, pero nunca te acercas a mí ni me diriges la palabra.
Así que hace días que puede verme...
–No debes preocuparte por quién soy
–digo dibujando una sonrisa–. Pero dime, ¿no te asusta ver mi
rostro?
–No, ¿porqué debería asustarme?
Eres un joven muy apuesto.
–No es cierto, señora, pero se lo
agradezco.
Voy a echar de menos a esta mujer... Sé
que en realidad sabe quién soy, pero aún así se empeña en hacer
que me sienta normal.
María levanta el rostro al techo de
madera y deja escapar un suspiro.
–Vienes a por mí, ¿verdad? –dice
al fin, delatando lo que yo ya suponía.
Me levanto y cojo el cepillo de la
mesita. Me siento junto a ella y lo paso por su pelo canoso con
cuidado.
–Así es... –digo en voz baja–. Y
te voy a poner guapa para ello.
A medida que deslizo el cepillo por los
largos mechones, recuerdos de su antigua vida me asaltan. Recuerdos
de un amor violento. Los golpes. Los llantos. Veo a su hijo llorando
en un rincón, escondiéndose de aquel que debía protegerlo. Y
sangre. Veo sus manos llenas de sangre abrazando con fuerza a
su hijo, intentando calmarle, mientras su esposo yace inmóvil a su
lado con el pecho abierto. Ahora solo queda el dolor. Un dolor que
golpea su frágil pecho cada vez que ve la cuenca vacía del ojo de
su hijo.
Según me llegan los sentimientos que
llenaron su vida, una ligera satisfacción llena mi pecho.
–He hecho bien en esperarte –murmuro
depositando el cepillo de nuevo en la mesita.
Me pongo en pie y espero junto al
camastro. La anciana me mira y sonríe con temor.
–¿Me va a doler? –pregunta
temblorosa.
–Mi querida María, la muerte no
duele.
Cojo su mano y la ayudo a erguirse.
María se sorprende al poder aguantarse de pie junto a mí sin
temblar.
–¡Pu...Puedo caminar! –dice
emocionada.
Sin soltar su mano, desvío la vista
hacia el colchón. Ella se gira y aprieta de modo inconsciente mi
mano al ver su cuerpo tendido. Paso mi mano por los ojos aún
abiertos del cadáver y, sonriente, digo:
–¿Nos vamos?
Obra registrada a nombre de Carmen de Loma en SafeCreative.
Obra registrada a nombre de Carmen de Loma en SafeCreative.
Lindo cuento. El ángel de la muerte esperaba a acercarse a la mujer cuando le tenía que llegar su hora.
ResponderEliminarQue tengas un lindo día. ¡Saludos!
¡Hola Nahuel!
EliminarMuchas gracias ^^ Quería hacer un relato sobre la muerte que diera un poco de miedo, pero me ha salido esto XD Parece que este ángel de la muerte no quería contar una historia de terror, jeje
¡Saludos! Y feliz martes para ti también :D
Precioso, tengo una 'amiga' a la que también le va a encantar.
ResponderEliminarSaludos.
¡Hola José!
EliminarMuchas gracias :) Me alegra que te haya gustado ^^
Sí, yo creo que también, jejeje Es la historia de un compañero de batallas ;)
¡Saludos!
"La muerte no duele", sentí algo de misericordia en el personaje. Bonito relato.
ResponderEliminarBuenas noches.
Muchas gracias Alejandra por pasarte a leer y comentar :) Me alegro de que te haya parecido bonito ^^
Eliminar¡Un abrazo! Y Feliz miércoles.
OK... *escalofrío* (>.<)'
ResponderEliminarBeso Carmen!
Jajajaj ¡Pero Andrés! ¿Qué te ha pasado? XD Si no da miedo, hombre... jiji ... *mano helada por la espalda en mitad de la noche* (Ahora sí que te puede dar un escalofrío... A mí directamente un infarto.) XD
EliminarOtro para ti ^^
Escalofriante, me encantan este tipo de relatos, alucinantes descripciones y genial final.
ResponderEliminarUn saludo Carmen!
Muchas gracias, Fran :D
EliminarMe alegra que te haya gustado, sobretodo las descripciones ^^
¡Saludos!
¡Hola, Carmen!
ResponderEliminarDe nuevo, un relato muy bueno. La parte final ha conseguido emocionarme. Has cargado tus palabras de emoción y sentimiento, y has completado el conjunto con unas pinceladas de un pasado violento y atormentado. Desde luego, me ha gustado mucho. Recomendaré su lectura sin ninguna duda.
¡Un abrazo muy fuerte, Carmen! ¡Con muchas ganas de seguir leyendo tus historias! :)
¡Hola Aio!
EliminarCuanto me alegro de que te haya gustado ^^ La verdad es que al principio buscaba una historia más oscura, pero al final me ha salido lo que has podido leer.
Muchas gracias por tus palabras. Y por recomendar ;)
¡Otro bien fuerte para ti! ^^
Me parece un enternecedor relato, una muerte humanizada que se lleva a la anciana sin hacerle sentir temor ante ella. Muy lindo.
ResponderEliminar¡Hola Mendiel!
EliminarBastante sufrió en vida la mujer... Supongo que por eso la muerte se apiadó de ella ;) Muchísimas gracias por pasarte y comentar. Me alegro de que te haya parecido lindo ^^
¡Un abrazo!
Una bella historia narrada desde el punto de vista de la ''Muerte''. Encoge el corazón de emoción la ternura con la que está escrita cada frase. Una anciana en sus últimos días de vida observada desde un rincón por una figura misteriosa y que ella puede ver y sabe quién es. Estremecedor al mismo tiempo que bello. Un gran final.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
¡Hola Ricardo!
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras ^^ Me alegro de que te haya gustado la historia y que haya despertado en ti ternura :)
¡Un abrazo fuerte! Y gracias por leer y comentar.
Que encantadora historia. La muerte espera paciente para llevarse al que le corresponde.
ResponderEliminarMe recuerda una frase que es una de mis preferidas: "la muerte es tan segura de su victoria que nos da una vida de ventaja"
¡saludos!
Una frase muy acertada, sí.. Me alegro de que te gustara :)
EliminarSaludos!!
¡Hola de nuevo! ^^
ResponderEliminarAsí es, la mujer lo pasó muy mal en vida. Y la muerte se apiadó de ella. Sin duda, merecía un final sereno y lleno de serenidad.
¡Saludos! Y mil gracias por pasarte a leer y comentar :) ¡Feliz semana!
Creo que no tuve suerte con el comentario y no subió, pero te decía en él que no sólo me has dejado sorprendido por la forma de tratar el tema sino por la sencillez con la que lo tocas. Te felicito por tu trabajo. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Oh! Cuanto me alegro de que te haya sorprendido de forma grata ^^
EliminarMuchísimas gracias, tanto por leer como por dejar tu comentario :D ¡Un abrazo! Y buenas noches.
Precioso relato. Me ha encantado la imagen que muestras de la muerte. Tal vez la muerte debería ser aterradora, pero a mí me gusta más su faceta amable ;) Un saludo!
ResponderEliminarHola guapa!! Muchas gracias!! Si, yo prefiero pensar que es así y no terrorífica como siempre nos han mostrado :)
EliminarMerci por pasarte a leer y por dejar tu comentario!!
Como llevas las historias? Has escrito más? Tú, no te rindas nunca!! Que se te da muy bien ;)
Un abrazo, Sandra!