Haydar.
Esta historia pertenece al apartado "Colaboración entre blogs". En esta ocasión, la historia estará escrita a dos manos con José Baena (Visita su blog aquí.), un escritor que desborda fantasía por los cuatro costados ^^
La historia constará de diez capítulos, los cuales los impares estarán escritos por él y los pares por mí. Y, como creo que no me dejo nada más que explicar, os dejo con el primer capítulo (escrito por él) que espero que os haga pasar un buen rato. Fantasía, aventuras y amor.
En
algún recóndito lugar del enorme desierto de Arabia, Haydar y un
reducido grupo de los miembros de su tripulación por fin encontraron
el lugar que buscaban. Lo supieron por los restos de lo que parecía
ser algún monumento muy, pero que muy antiguo. Sólo quedaban trozos
de pilares desperdigados por el suelo hecho de unas losetas, ya muy
deterioradas, y perdidas en su mayoría… además, de algunos restos
de pared, y estatuas.
–¿Dónde
crees que se encuentra lo que buscamos Haydar? –preguntó Nasser,
su hombre de mayor confianza.
–Tranquilo
pirata… No lo sé. Pero ya me conoces… ¿Alguna vez me he
marchado de una misión, sin obtener lo que buscaba?
–No.
–¿Entonces?
–Llevas razón,
no sé ni porqué pregunto.
Uno de los piratas
que formaban el grupo que Haydar se había llevado, uno de los no
habituales en sus misiones, se había retirado un poco del grupo
curioseando por el lugar, tanto que llegó a un gran claro donde ya
no había losetas, sino arena del desierto…
Al sentir sus
pisadas sobre la arena, segundos después, ésta comenzó a removerse
como si de un géiser o volcán en ebullición se tratase, y tras
esto aparecieron uno tras otro, dos escorpiones gigantes de más de
tres metros de largo, por uno de alto. El pirata, aterrorizado, se
quedó bloqueado, y uno de aquellos monstruos sin dudarlo le clavó
el aguijón, lo zarandeó y lo lanzó por los aires, cayendo sobre el
otro, que con una de sus pinzas lo agarró por el cuello antes que
tocara el suelo, y se lo apretó hasta degollarlo.
–Vamos a que
esperáis! Seguro que es por ahí. Protegen la entrada. Tenemos que
acabar con ellos.
El grupo de piratas
corrió tras él hasta alcanzar a los escorpiones, que los amenazaban
desafiantes.
Tras él, se
situaron Nasser y Alí, el tercero al mando.
–¡Os dejo ese
para vosotros! ¡Éste es para mí!
Sus hombres que
sabían de lo que era capaz, lo dejaron solo y fueron a por el otro.
El enorme escorpión
lanzó su aguijón una y otra vez, pero Haydar era rápido y
escurridizo como el que más, y esquivaba uno tras otro los ataques.
En uno de ellos, tras esquivarlo, de un golpe de cimitarra, la espada
árabe, le cortó el aguijón y la bestia lanzó un chirrido
estridente de dolor.
En ese momento
escuchó como uno de sus hombres también lanzaba un alarido, y miró
como el otro escorpión que aunque no tenía veneno ya que lo utilizó
con el que se cargó, sí podía utilizar su aguijón como arma, y
tenía a uno ensartado, sacudiéndolo de un lado a otro; sus hombres
aprovecharon el momento para atacarlo a saco y clavarle uno tras otro
sus armas…
El despiste casi le
cuesta la vida a Haydar, ya que una de sus pinzas casi le alcanza la
cabeza, pero pudo contenerla con su resistente espada, y tras un gran
esfuerzo, separarse de él.
–¡Ahora verás!
¡Tenía pensado que jugásemos durante más rato pero veo que no
quieres que sea tu amigo! ¡Tú lo has querido!
Dio una tremenda
voltereta en el aire y cayó encima del monstruo. Sentado sobre él,
agarró su cimitarra con las dos manos y se la clavó fuertemente
donde debía tener el corazón, si es que aquel bicho tenía algo
parecido… La bestia tardó unos segundos nada más en caer sin vida
sobre la arena. Cuando miró hacia sus compañeros, estaban rematando
lo que quedaba del otro. Después, fueron al lugar exacto donde los
escorpiones emergieron, para entrar uno a uno en el templo oculto
bajo la arena.
–¡Yo seré el
primero! ¡Seguidme!
Haydar se colocó
en el punto exacto, y vio como muy despacio la arena lo fue
engullendo como si de tierras movedizas se tratasen. Enseguida
desapareció, al igual que el agujero, que quedó totalmente cubierto
de nuevo.
Al otro lado, cayó
junto con bastante arena sobre el suelo del templo escondido.
Fuera, uno tras
otro, fueron secundándolo...
...Horas más
tarde, todos excepto los dos que murieron en la lucha con los
escorpiones gigantes, salían ilesos del templo con la recompensa en
sus manos.
Ya de vuelta en "La
Furia de los Mares", su barco pirata, viajaban por el mar de
Persia rumbo a Bagdad, la ciudad califal.
–¿Así que vas a
ver a Walesa? –le preguntó Nasser, mientras festejaban con cerveza
y vino su logro.
–Ya sabes que no
puedo pasar mucho tiempo sin tener a esa mujer entre mis brazos… es
como una droga que alimenta mi corazón.
–Y Mirza… ¿esa
qué es, entonces?
–Te he respondido
un millar de veces ya, quizás… Esa pirata, es una diablesa, una
gata en celo, que alimenta otra parte de mi cuerpo… –dijo
sonriendo picaron, mirando a su tripulación.
–Jajaja –rió
Nasser– Y, ¿cuál de esas dos partes de tu cuerpo es más
importante para ti amigo?
–Ya sabes, que
aunque Mirza es muy importante para mí, no cambiaría a Walesa por
ninguna otra, y podría hacerlo por muchas.
–Sí, por varias
en cada puerto –bromeó entonces Alí–. Ya quisiera que las
chicas me dedicaran uno solo de los sueños húmedos que te dedican a
ti.
–¿Y vosotros a
quien preferís? –preguntó Nasser a toda la tripulación.
–¡Yo a Mirza!
¡Yo a Walesa! –cada uno dejaba claro por quien se decantaba…
****
Corría el año 788
dC. de la época dorada del apogeo abbasí. Harún al Rashid era el
califa actual, y Bagdad o Madinah as Salam (ciudad de la paz, en
referencia al paraíso) fundada años antes por su abuelo Al Mansur
en Mesopotamia en la orilla occidental del río Tigris, considerada
la capital del Islam, el lugar donde residía.
Harún era hijo de
Al Mahdi, que murió tres años antes, y Al Jayzuran. Sucedió en el
año 786 con veinte años a su hermano mayor y rival Musa al Hadi que
murió ese mismo año misteriosamente asesinado (se cree que debido a
un complot entre Harún y su madre).
En el Palacio de la
puerta de oro situado en el centro de la ciudad, hecho de mármol,
con una cúpula verde en su parte central a cuarenta y nueve metros
de altura, el califa debatía con sus hombres de confianza. Entre
otros, se encontraban, Yahya ibn Khalid Barmak (Yahya el Barmací),
funcionario y amigo íntimo de la familia real, que se había
convertido en su tutor y figura paterna, y Giafar el Barmecida, su
visir o principal ministro.
–Ha llegado a mis
oídos que el príncipe de la dinastía Omeya, y primer emir
independiente de Córdoba, fundador de la dinastía Umawi, Abderramán
I, se está muriendo. ¿Sabéis algo? –preguntó Harún.
–Algo hemos oído.
Y sí, es cierto –contestó uno de los presentes.
–Seguro que le
sucederá alguno de sus hijos Hisham, Sulayman, o Abd Allah –se
pronunció Yahya.
–Y
de Ibrahim... ¿Qué sabéis? -volvió a hablar el califa.
–Mis
enviados dicen que desde que se asentó en el valle de M´Zab hace un
año, gobierna allí con mucho acierto –dijo uno de sus principales
contactos en el noreste del desierto del Sáhara.
–Valla.
Parece ser un gran líder.
–Puede,
pero no tiene que preocuparos -lo tranquilizó Yahya.
–¿Y
de Idrís, mi principal enemigo?
–Desde
que lo derrotasteis cerca de la Meca, en la batalla de Fatk, y
prometisteis acabar con él y toda su familia, en su huida a
atravesado casi todo el desierto. Dicen que ha sido acogido en
Volubilis por la tribu bereber de los Awraba.
–Maldito...
Si es así. No podemos hacer nada. Esta noticia me ha dejado...
Declaro terminada la reunión.
Harún
tras abandonar la sala fue a ver a su madre Al Jayzuran.
–Qué
pasa hijo. Te veo intranquilo. Qué ha pasado en la reunión.
–Parece
ser que a todos nuestros enemigos les sonríe la suerte. Bueno, a
todos menos a Abderraman que por lo visto se muere. Pero a Idrís...
lo protege una tribu bereber. Y no es buena idea enfrentarse a ellos.
Se le podrían unir otras tribus, y eso no nos conviene. Madre... ¿no
será que al ser biznieto de Alí, el yerno del profeta Mahoma, Alá
lo protege?
–No
digas tonterías. Tú también desciendes a través de tu padre de
Abbas tío del profeta. Si fuese así, Alá pensaría en ti antes que
en él. Por tus venas sí que corre sangre descendiente de Mahoma.
Anda, olvídate de todo. Dejemos que ese Idrís viva su vida donde
quiera que se encuentre. Eso sí, no le permitiremos nunca volver.
–Tienes
razón, madre. Olvidémonos de todo. Debo relajarme... ¿Dónde se
encuentran mis hijos?
–Amin
lo dejé con su madre Zubaida. Mamun no sé, creo que estaba también
con la suya... esa persa de la que te encaprichaste.... seguramente,
ya estén jugando juntos.
–¿Por
qué no vas a buscarlos y me los traes?
–Enseguida...
Al
poco rato, Harún disfrutaba de la compañía de sus críos.
–Parece
mentira que ya tengáis dos años –dijo.
****
En
una de las pequeñas y recónditas islas piratas del mar Egeo, en su
única taberna llamada "La Calavera Ardiente" un capitán
pirata bebía ron apoyado sobre la barra. Se veía un tipo atlético,
moreno de piel y melena castaña, llevaba una barba de tres días,
perilla y bigote. Sus ojos azul como el agua cristalina de una playa
paradisíaca, se escondían tras una mirada dura y oscura.
–Veo
que te llegó el mensaje que te envié con mi gaviota -dijo una
exuberante mujer pirata, de larga melena castaña, que radiaba
sexualidad por los cuatro costados.
–Mirza...
-al pirata aunque la estaba esperando, casi se le atraganta la bebida
en la garganta, cuando la vio aparecer.
–¡Otra
botella de ron! –le pidió al tabernero–. La vamos a necesitar.
¿Verdad Sadiq? -le dijo mientras lo miraba de arriba a abajo y
viceversa, y jugueteaba con su dedo por su cuerpo.
–Aquí
la tienes. Veo que sigues tan estupenda como siempre –le dijo el
posadero.
–La
acción me mantiene en forma –le contestó la pirata–. Mejor nos
vamos a la mesa de aquel rincón. Tenemos que conversar, y esto está
atestado de piratas, que nos venderían al primero que le ofreciesen
una bolsa llena de monedas para poder gastar.
Ya
en la mesa...
–Hablaré
bajito, porque aquí hasta las paredes tienen oídos.
–Dime. Para que
me has convocado.
–Sabes... la
última vez que estuve con Haydar...
–¡Para
eso me traes aquí! ¡Para hablar de ese presuntuoso! ¡Veo que aún
bebes los vientos por él! –dijo levantando la voz al tiempo que
dejaba la silla y se ponía de pie dispuesto a marcharse, claramente
malhumorado.
–SSSSSSSHHHHHH.
Baja la voz. Tranquilo. Siéntate. Sabes muy bien, que solo está
interesado en esa tal Walesa. No sé qué ha visto en ella... Quería
decir que logré emborracharlo -se guardó para sí que después se
acostó con él-, y en su embriaguez, me contó sus planes. Me dijo
cuál iba a ser su próxima aventura. Según me contó esta vez el
premio merece la pena de verdad...
–Y,
¿cómo es que compartes este secreto conmigo? -Sadiq la conocía muy
bien y aunque se moría por sus huesos, no se fiaba de ella.
–Verás
si trabajamos juntos, tú con tu tripulación y yo con la mía, para
que Haydar no sospeche, podemos formar un buen equipo, y arrebatarle
ese premio.
–De
acuerdo -dijo él, en su mente tenía pensado traicionarla en el
último momento, cuando obtuviese la recompensa.
–Bien.
Discutamos los detalles arriba, nos espera un lecho mullido –le
dijo mientras con una mano tiraba de él y con la otra agarraba la
botella para llevársela. Ella también tenía pensado lo mismo,
traicionarlo. Le gustaba aprovecharse de los hombres, acostarse con
ellos, y cuando no los necesitaba, los desechaba. Solo respetaba a su
tripulación, y un poco a Sadiq, porque era su amigo, era bueno en la
cama, y sentía lástima por él, porque sabía que le atraía, y
aunque eso era mutuo, ella podía pasar de él cuando quisiese, y él,
no; y a Haydar, por el que aunque sí sentía algo, también solía
utilizar.
–Veo
que lo tenías todo pensado –le dijo él, mientras subían las
escaleras.
****
Haydar
y su tripulación llegaron a su destino...
Tras
dejar su barco amarrado en el puerto de las aguas del río Tigris, el
capitán por fin se encontraba en Bagdad, una ciudad con sus
arrabales, o barrios fuera de ésta, construida como una alcazaba,
dentro de un muro exterior de un espesor de cincuenta metros con la
forma de un círculo de dos kilómetros de diámetro, algo que se
conocía como la Ronda de ciudad, con torres coronadas por almenas
redondeadas, el cual estaba protegido por un foso lleno de agua y un
terraplén hecho de ladrillos y cal... y otro anillo de piedra
interior de cuarenta y cuatro metros de espesor en su base, y doce en
su parte superior, con una altura de treinta metros incluyendo las
almenas, construido posteriormente.
Alrededor de toda
la medina se situaban las viviendas, y los comercios; y en el
centro... la mezquita, el cuartel de la guardia, mansiones y
residencias de los funcionarios, y la plaza donde estaba situado el
palacio. Sus avenidas eran radiales, y estaba llena de parques,
jardines, villas, y bellos paseos. En el este de la ciudad vivía la
comunidad cristiana formada por la guarnición bizantina que capturó
Harún en el 780 dC. en el castillo fronterizo de Samalu.
Al Califa no le
gustaba la ciudad, la llamaba "la sauna", debido a su calor
sofocante y a las polvaredas procedentes del desierto. Sin embargo,
además de la capital del islam, estaba convirtiéndose en uno de los
principales centros político, económico, militar, cultural y
artístico del mundo.
Cubierto
por una gran capucha que apenas dejaba ver parte del rostro, Haydar
entró por una de las cuatro puertas de la muralla, situadas a poco
más de dos kilómetros una de la otra, conocidas por el mismo nombre
de los lugares a los que conducían los caminos que salían de ellas,
como Kufa, Basora, Jurasan y Siria, esta última cerca del cuartel de
la guardia.
Dobles y hechas de
hierro eran tan pesadas que necesitaban de varios hombres para
abrirlas y cerrarlas.
Poco
después de llegar ya estaba ligando con una bella muchacha con la
que había tenido algún que otro encuentro en otra ocasión. A su
paso, levantaba envidia sana entre los hombres, y pasiones entre las
lugareñas, que prácticamente se le lanzaban al cuello.
Walesa
siempre había vivido en Bagdad. Allí había nacido y allí hacía
su vida. Aunque pertenecía a la clase baja, entre el populacho no
existía nadie que no la conociese. Era la chica de Haydar, eso había
circulado desde hacía bastante tiempo por toda la medina. Pero su
fama venía de mucho antes, desde que tuvo apenas quince años se la
conocía como "la bendecida de Alá", por ser la chica más
bella de la capital del Islam, y seguramente, de todos sus
territorios. Hecho que rápidamente llegó a los oídos del aclamado
pirata, que no tardó en ir a conocerla. Además, desde muy niña
siempre fue muy familiar, responsable, madura, y trabajadora,
ayudando a sus padres en todo lo que podía. Así que a una edad muy
temprana ya era conocida por media ciudad. Sus más allegados decían
que tenía un gran corazón y un fuerte carácter.
Después
de visitar la mezquita y dirigir unas oraciones en la quibla, el muro
orientado a la Meca, Walesa soltó el Corán en la mihra, una pequeña
estancia situada en ésta dedicada a este menester, y salió del
templo para dirigirse al zoco, para comprar en el mercado algunos
encargos que le hizo su madre para la comida.
Ya
en él, pronto se hizo con los pedidos, la mayoría especias...
cuando se disponía a marcharse, oyó una voz que llevaba bastante
tiempo sin escuchar:
–¿Puedo
ayudarte con la tinaja?
Walesa
se quedó dos segundos sin poder mover un músculo, aquella persona
se encontraba detrás de ella, y el corazón amenazaba con salírsele
por la boca con cada latido.
–¿Haydar?
-pronunció sin atreverse a darse la vuelta.
–Sí.
Soy yo. He vuelto a Bagdad para verte.
–Pero...
tenías prohibido pisar la medina –dijo esta vez, tras girarse y
mirarlo directamente a los ojos, le temblaba todo el cuerpo.
–Lo
sé, pero no podía irme a otra aventura, sin verte antes. No lo
aguantaría –dijo a la vez que se le acercó y le acarició un
mechón azabache que se le había soltado.
–No
estoy tan segura de ello. He oído rumores... –dijo retirándose y
mostrándose menos cariñosa.
–¿Y
qué dicen las malas lenguas de mí?
–Ya
sabía que eras un mujeriego... pero la gente habla de algo más
serio... de una tal Mirza... una pirata como tú.
–Ah,
es eso.
En
ese momento, dos flechas casi estuvieron a punto de alcanzarlo... una
rompió la tinaja, vertiendo su contenido, y la otra rasgó la tela
del puesto que había justo a su lado.
–¡Es
Haydar! ¡Qué no escape! -gritó Turán, el jefe de la guardia real,
a los que lo acompañaban.
El pirata agarró
contra su pecho a Walesa y le plantó un apasionado beso en la boca.
–Espérame
esta noche con la ventana abierta. Te lo explicaré todo. Ahora tengo
que irme -en unos segundos, se encontraba a varios metros de allí...
–¡Ten
cuidado! –le gritó ella momentos antes que la guardia pasara a su
lado.
El
capitán se metió en una tintorería y subió las escaleras a la
azotea donde había varias personas metiendo y sacando telas dentro
de los tintes... la guardia entró también y cuando llegaron arriba
estaba saltando de un edificio a otro. Cuando éstos alcanzaron el
borde y vieron la distancia que había, se frenaron en seco.
–¡Malditos
cobardes! –dijo Turán cuando llegó hasta ellos–. No te dejaré
escapar -rumió entre dientes. Con que volvió rápidamente hacia
atrás y tomó toda la carrerilla que pudo, y saltó... casi no lo
cuenta. Quedó colgado solo sujeto por la punta de los dedos al
techo. Cuando consiguió subir, el pirata solo se veía en la
lejanía, unos tres tejados más adelante. No se dio por vencido, y
siguió la persecución.
Haydar
gozaba de una agilidad y reflejos extraordinarios, ponía un pié
aquí, una mano allá, y así saltaba de un sitio a otro, con
piruetas, volteretas, esquivando, sorteando obstáculos. Todo hasta
que pisó una viga de madera en mal estado, que se partió y lo dejó
atrapado en el aire, en el techo. El jefe de la guardia real lo vio y
continuó con mucha más esperanza -ya eres mío-. dijo para sí.
Cuando su
perseguidor ya casi lo alcanzaba, consiguió escapar de su trampa,
justo para enfrentarse a él.
Su enemigo lo atacó
enérgicamente. Pudo comprobar que sabía utilizar su cimitarra como
nadie. Conocía a aquel tipo, sabía de su fama como guerrero,
reconocida en todo el reino, pero nunca antes se había enfrentado a
él. Así que no esperaba que fuese tan bueno. Durante la liza, el
techo sobre el que pisaban crujía con cada uno de sus movimientos,
todas las vigas debían estar tan deterioradas como la otra.
Aunque tenían
estilos distintos, el de Turán era disciplinado, movimientos
estudiados que se basaban en la precisión y la inteligencia; el de
Haydar todo lo contrario, improvisación, sorpresa, y movimientos
intentando engañar a su oponente, enmascarando el siguiente ataque,
e intentando despistarlo, con piruetas y acrobacias,
espectaculares... los dos estaban muy igualados; sólo que el pirata
tenía una herida en las costillas de cuando quedó atrapado, que
estaba comenzando a sangrar.
El jefe de la
guardia se percató y lanzó un rápido ataque sobre ese lado, él
tuvo que sacar la otra cimitarra para pararlo con ambas. Luego hizo
un baile de espadas, para intentar confundir a su contrario, y cuando
menos lo esperó pegó un fuerte salto con el que se elevó
prácticamente un metro en el aire, y cayó sobre él con sus dos
armas... su oponente lo paró como pudo, pero entonces, el fuerte
golpe y el peso de ambos hizo que parte del techo sobre sus pies se
derrumbase y ambos cayesen varios metros más abajo en una estancia.
Haydar que cayó encima, aprovechó que Turán estaba aturdido por el
dolor y el polvo y se fugó corriendo por la calle. Cuando el jefe de
la guardia real salió fuera de la vivienda vio algo sorprendente,
muy a lo lejos, al final de la calle, el pirata estaba subiendo por
una cuerda mágica luminosa que se sostenía erguida en el aire,
luego, al llegar arriba de un alto muro, la recogió y escapó,
desapareciendo de su vista.
Haydar
bajó por ella al otro lado del muro, y la guardó de nuevo. Entonces
se dio cuenta que su herida era cosa seria, no paraba de sangrar.
Debía tener alguna costilla lastimada.
En
la puerta de la vivienda donde habían luchado, desde donde había
visto aquel prodigio...
–¡Mierda!
¡No sé cómo lo hace, pero ese condenado pirata siempre se nos
escapa! ¡No sé qué habrá hecho para que Alá esté de su lado!
–maldijo Turán, encolerizado.
****
En una remota y perdida isla secreta, a ojos del resto del mundo, del
mar Egeo, propiedad de un malvado brujo llamado Zainab... que odiaba
desde hacía mucho a Haydar debido a que éste se hizo con una mágica
alfombra voladora que él había ansiado y buscado mucho tiempo
antes, y que odió aún más cuando tras conocer a Walesa al
secuestrarla, para intercambiarla por aquello que siempre anheló, se
enamoró de ella, y supo tras quedarse sin ambas, que ésta también
correspondía en su amor al pirata, al verla abrazada a él,
besándolo, tras su rescate... éste estaba, junto a su ayudante, y
su mascota un loro parlante estudiando un malévolo plan para acabar
de una vez por todas con su enemigo...
Hola Carmen. Espero que esta historia guste a los lectores. En cualquier caso, sera una buena experiencia el escribir a cuatro manos. Gracias por tus palabras. Me gustó mucho lo de desborda fantasía... aunque le añadiría también aventura. Jeje.
ResponderEliminarUn abrazote.
Hola!
EliminarA ver, esperemos que sí ^^ La historia empieza bien, a ver si estoy yo también a la altura jeje
Abrazo!
¡Vaya! Subiste el capítulo de José. ¡Genial! Aún recuerdo partes de este capítulo... Ahora falta que tú, Carmen, comiences a escribir el siguiente capítulo... que lo estoy esperando con ansias. Je, je, je, je. ¡Saludos!
ResponderEliminar¡Hola Nahuel!
EliminarSí, ya lo he subido porque ya me he puesto con mi parte. Siento mucho el retraso. A ver qué te parece la historia. Desde luego tiene mucho juego que se le puede dar. Espero estar a la altura, jejeje
¡Saludos!
Hola, veo que este relato será escrito por dos personas, será interesante saber la segunda parte de éste, porque mas que cuatro manos será escrito por dos mentes distintas (al menos eso entendí).
ResponderEliminarNo soy mucho de historias de piratas pero me ha entretenido un poco esta, me pasaré a la segunda parte y ver como le da secuencia la segunda mente.
¡Saludos!
¡Hola Sofia!
EliminarSí, es una historia escrita por dos mentes diferentes, jeje A ver cómo va avanzando ^^
Muchas gracias por empezar a leerla :D Y espero que te vaya enganchando a medida que la historia avance.
¡Saludos! :)