Los Guardianes de la Luz. (1)
—Vamos,
Alicia, tenemos que irnos.
La
madre de Alicia estaba recogiendo sus cosas y metiéndolas deprisa en
la maleta. La niña se desperezó y frotó sus ojos intentando
despegar los párpados.
—Mami,
aún es de noche... Déjame dormir un poco más...
—No
tenemos tiempo, cariño. Vamos, vístete.
El
rostro serio de su madre le inquietó. Se puso en pie y empezó a
vestirse con la ropa que le había dejado preparada sobre la cama.
—Coge
solo lo que puedas llevar en las manos —replicó al ver que la
cría se disponía a guardar en varias bolsas de tela los escasos juguetes
que tenía.
Alicia
la miró y sus ojos se anegaron de lágrimas. «Mis juguetes... No se
pueden quedar aquí solitos...». Su madre le sujetó por el hombro con suavidad y
negó con la cabeza al entender lo que su hija le pedía con aquellos
enormes ojos color canela.
—Lo siento, peque; solo lo imprescindible.
—Lo siento, peque; solo lo imprescindible.
Ya en
la puerta de la vivienda, preparadas para marchar, se detuvieron a
observar lo que, hasta entonces, había sido su hogar. La niña notó que la mano de su madre temblaba, la miró y sintió una leve presión en la garganta al ver que lloraba.
—Vamos,
cariño. —Pasó la mano por la mejilla para secarse las lágrimas que habían conseguido caer y cogió aire, buscando el modo de recuperar el valor que, poco a poco, escapaba de ella—. No tenemos mucho tiempo...
Cerraron
la puerta y descendieron por la escalera hacia el exterior. La noche
aún se cernía sobre la ciudad y el frío calaba en los huesos. En
la calle, un hombre con un abrigo negro y gorro de lana les
esperaba en la esquina, vigilando la bocacalle.
—¡Rápido! No tardarán en llegar. —Cogió la maleta de la madre y le
dedicó una sonrisa a la pequeña, quién apretó su oso de peluche contra el pecho—. No temas, pequeña. Estoy seguro de que te gustará tu
nueva ciudad, ya lo verás.
Caminaron
hasta un vehículo aparcado a un par de calles de su portal y condujeron en silencio por las solitarias calles de la ciudad.
Alicia, ensimismada en su mundo, apenas escuchaba la conversación que mantenían los adultos; pero, en un momento dado, la
palabra guerra hizo que se volviera asustada hacia ellos.
—Todo va a salir bien, Coco —le susurró al oso intentando apartar el miedo que crecía dentro de ella.
Se giró de nuevo hacia la ventana y empezó a pensar en otra cosa para dejar de escuchar lo que los mayores decían.
—Todo va a salir bien, Coco —le susurró al oso intentando apartar el miedo que crecía dentro de ella.
Se giró de nuevo hacia la ventana y empezó a pensar en otra cosa para dejar de escuchar lo que los mayores decían.
Pero algo le decía que ya no
volverían a casa; estaba segura. Aún recordaba al vecino de enfrente gritándoles «¡malditas rojas!» en medio de una disputa que desencadenó todo lo sucedido después: las pintadas en su puerta, las miradas desconfiadas, el miedo...
Dejaron
Madrid a sus espaldas y el coche se dirigió hacia el norte,
buscando la frontera con Francia.
«Alicia»
Esa
voz... Parecía...
La
pequeña miró hacia el exterior buscando a la persona que acababa de
hablar. Un tintineo metálico empezó a sonar con insistencia.
«No
falta mucho para encontrarnos. Estate atenta...»
***
El
silencio invadía la habitación. Joshue se giró sobre la cama para
quedar de espaldas a la ventana. No le gustaba ver las luces que
recorrían el cielo una y otra vez, vigilando sin tregua el cielo
estrellado de Jerusalem. Vivían cerca de la frontera con Palestina
y, cada vez que le alcanzaba el ruido de alguna explosión lejana,
sus sueños se transformaban en pesadillas. Su madre siempre le decía
que no debía tener miedo, que el ejército se encargaría de cuidar
de ellos, como lo había hecho su padre antes de partir hacia el sur
del país y dejarlos bajo la tutela de su abuelo.
Intentó
coger de nuevo el sueño, agarrando el edredón que cubría su cuerpo
y apretándolo contra su barbilla. Miró el reloj: las once de la
noche. Como no había manera de poder dormirse, cogió la tablet que
descansaba sobre su mesita y se dispuso a ver un vídeo de música
monótona y tranquila, para que el sueño volviera a dominar su
cuerpo.
Soñó
que estaba en un prado verde tan amplio que, mirara en la dirección
que mirara, solo veía la manta verde que pisaba. Una suave brisa
revolvió su cabello, obligándole a apartar un pequeño mechón que fue
a parar contra sus ojos.
Empezó a oír un leve murmullo que no llegó a descifrar y, dejándose llevar por la curiosidad que en más de una
ocasión le había metido en problemas, decidió acercarse a ver qué
era lo que se escondía más allá del horizonte.
A
medida que se acercaba, el ruido comenzó a definirse más como un
tintineo metálico que no un murmullo; un tintineo que parecía tener
un ritmo constante, como si alguien estuviera tocando una campanita,
llamando a todo aquel que lo escuchara.
Según avanzaba, comenzaron a perfilarse unas rocas grandes y oscuras. Encima de ellas pudo ver lo que parecía una luz violácea, bailando al son de una música inexistente. En otro momento se habría asustado; pero, estaba en un sueño, ¿acaso hacía falta preocuparse por cosas que no parecían tener explicación alguna?
De diferentes puntos del Prado aparecieron más
niños como él, caminando con la fascinación escrita en el rostro.
«Ya
falta poco, Joshue...»
El
crío se detuvo en seco.
—¿Quién
ha dicho eso? —preguntó, girando sobre sí mismo en busca de la
persona que le acaba de hablar.
«Regresa.
Te vendré a buscar cuando sea el momento. Estate preparado...»
Un
aire gélido empezó a soplar cada vez con más fuerza a su
alrededor. Joshue se cubrió la cara con los brazos para protegerse
del polvo que se levantaba con violencia y azotaba su cuerpo.
—¡Espera!
—alcanzó a gritar—. ¡¿Qué quieres decir
con que no es el momento?! ¡¿El momento de qué?!
Pero
la voz había desaparecido.
Intentó
mirar más allá del polvo que le rodeaba, buscando con la mirada
entre sus brazos las rocas lejanas que seguían iluminadas por la luz
violácea. Pero, de pronto, despertó. Notó algo frío en su espalda. Se incorporó, encendió la luz de su mesita y, entre las sábanas, encontró una llave carcomida por el paso del tiempo.
—¿Y esto? —se preguntó, sujetándola con la mano.
—¿Y esto? —se preguntó, sujetándola con la mano.
***
—¡Mamá!
Nathaniel
despertó empapado en sudor. Su madre, sirvienta del señor Wilson,
propietario de uno de los campos de algodón más importantes del
estado de Virginia, se acercó a su cama. Su esposo ya se había
levantado para trabajar en las plantaciones que el magnate tenía
junto al Río James.
—Tranquilo,
pequeño, ya pasó... —Acarició la frente del niño— Solo ha
sido un mal sueño.
Nat
se incorporó y se abrazó a su madre con fuerza. Ella pensó que el
terror que el niño sentía era por culpa de la conversación que mantuvo con su marido cuando éste le comunicó la intención
del señor de vender a su hijo. Al parecer, un conocido del señor
Wilson, un plantador de Nueva Orleans, se había fijado en él y le
había ofrecido una buena suma de dinero por su compra.
Un
tintineo metálico puso al crío en tensión. Su pequeño cuerpo
empezó a temblar y su madre le apretó con fuerza contra su pecho
sin poder contener las lágrimas.
—Ay,
hijo mío... Tienes que ser fuerte, por favor... —repetía una y
otra vez. Deseaba con todas sus fuerzas que aquel malnacido de Wilson
desapareciera de sus vidas. Su niño... su pequeño niño... Solo
tenía cinco años, por dios, ¡era un crío!
Nat
escuchó el tintineo cada vez más cerca. Su madre creía que el
miedo le venía de verse vendido a un desconocido y llevado lejos de
casa; pero, lo que le aterraba, era escuchar de nuevo ese sonido, el
mismo que acababa de despertarlo, sobresaltado.
«Nathaniel,
queda poco tiempo. Prepárate...»
Aquella
voz le hizo incorporarse aterrado. Estaba allí... ¡Lo que fuera que
le hablaba, estaba allí, con él! El miedo se volvió insoportable.
Su madre se asustó al ver los ojos desquiciados de su hijo, mirando
a su alrededor con pánico.
Sin
esperarlo, el pequeño se dirigió hacia la puerta, salió al
exterior y comenzó a correr despavorido hacia el río.
—¡Nat!
¡Nat! ¡Espera!
La
mujer corrió detrás de él, pero la oscuridad de la noche impedía
que pudiese ver hacia dónde se dirigía. Notó como un nudo se
formaba en su garganta. El río era peligroso, si caía en él...
El
pequeño tropezó con la raíz de un árbol y rodó por el suelo
arenoso. Se oía el murmullo del agua. Se puso de rodillas de cara al
río y empezó a llorar.
Cerca
de la orilla vio algo que brillaba.
«¿Qué
será?», pensó, frotando sus ojos con la manga del pijama para
secar las lágrimas que emborronaban su mirada.
Se
puso en pie con cuidado. Tenía las rodillas magulladas, pero la idea
de haber encontrado un tesoro le hizo olvidarse del dolor, y del miedo
que le había llevado hasta allí. Se acercó cauteloso. Miró a su
alrededor, expectante; no había nadie. De lejos se escucharon los
gritos de su madre llamándole y se volvió hacia las cabañas. ¡Debía
darse prisa! Fue hasta la orilla, hundió los pies en el barro y
escarbó donde vio el destello. Notó algo duro entre sus dedos. «¡Lo
tengo!» Escarbó un poco más y consiguió sacar lo que parecía una
llave. Se incorporó y abrió la palma de su mano para poder
observarla bajo la luz de la luna llena. Era grande, de color
metálico y corroída por el paso del tiempo.
—¿Como
es que ahora no brillas? —le dijo como si ésta le pudiera
contestar.
En
ese instante, de la llave empezaron a salir pequeños hilos luminosos
de color violáceo. Al principio, Nat se asustó y la dejó caer al
suelo. Pero, poco a poco, sintió como si la llave lo llamara. Se
agachó para poder mirarla mejor y los hilos de luz se reflejaron en
sus ojos, dejándole en un estado de semi-inconsciencia.
Alguien
tiró de él por detrás. Nat despertó de golpe de su letargo,
recogió la llave con rapidez y la escondió entre sus ropas,
volviéndose hacia atrás asustado.
—¡Por
el amor de dios, Nat! ¡No vuelvas a salir corriendo así! —Su
madre le cogió por el brazo y tiró de él hacia la casa—. ¡Podías
haberte hecho daño!
Sabía
que le esperaba una buena tanda de azotes cuando llegaran a casa,
cuando su madre se asustaba de esa manera le daba unos cuantos, bien
fuertes, colocándole sobre sus rodillas con el culo al aire para
recordarle que eso no debía hacerlo más; pero, la calidez que notaba
en el lugar donde había escondido su tesoro, bien merecía el haber
salido corriendo. Ya no estaba asustado. Escuchaba el tintineo, sí,
pero no tenía miedo.
***
—¿Está
seguro de que estamos haciendo lo correcto?
El
viejo sabio detuvo sus pasos y se volvió hacia su amigo y compañero.
Noki estaba detrás de él con las manos apretadas frente al pecho y
su gorro de lana de conejo alado a medio caer.
—Es
lo único que podemos hacer ahora mismo. Soñé con ellos, y eso solo
puede significar que los hemos encontrado.
—Ay,
mi señor... —Noki empezó a caminar de un lado a otro, nervioso—.
Pero son solo niños, ¡y de diferentes tiempos y lugares! ¡Su magia
menguará en demasía!
—Deja
de preocuparte tanto, anda. ¿Tan poca fe tienes en mí? Soy el Gran
Sabio de Baboo, ¿o ya no lo recuerdas?
El
guardián le miró tímidamente y dibujó un amago de sonrisa en los
labios.
—Claro que sí, Gran Sabio, pero temo que esto le pase factura y
quede expuesto a él...
Solo
mencionar al Señor de Thronuy, hizo que su vello se erizara.
—Vamos,
Noki, nada malo me va a pasar. Y menos estando tú cerca. —Apretó
su hombro, guiñándole un ojo con simpatía. Noki era el guardián
de sus tierras, el más aguerrido de todos los que habían pasado por
allí. Aún recordaba el día que llegó a la puerta del templo.
Estaba tan asustado... Aunque como para no estarlo, tan solo era una
criatura. Pero pronto aprendió el oficio y se convirtió, además de en su guardián, en su amigo—. Andando. No podemos demorarnos más.
Hay que llegar a lo alto del santuario antes de que sea demasiado
tarde. Tenemos que traerlos aquí.
Obra registrada a nombre de Carmen de Loma en Safecreative.
¡Hola! ¡Cuánto tiempo!
ResponderEliminarPor poco me perdí ya que hablaba de distintas épocas que no sabía donde ubicarme hasta que al final se aclararon mis dudas. Por suerte no entré a una dimensión desconocida o que el café me haya pegado mal. Ja, ja, ja.
Ahora me intriga saber por qué fueron escogidos estos niños de diversos lugares y tiempos ya que lo único que tienen en común es que no la están pasando bien. Ojalá no la pasen peor (o tal vez sí, je, je, je).
Espero pronto la continuación. ¡Saludos!
¡¡Hombre, Nahuel!! ¡Cuánto tiempo! Y qué alegría saber de ti ^^
EliminarLa verdad es que tienes razón, es un comienzo un poco raro XD Pero todo tiene sentido, ya lo verás :) Y, bueno, lo de si lo pasarán peor... eso me lo reservo jejeje
¡Un abrazo bien fuerte! Y mil gracias por pasarte a leer y dejarme tu comment :) ¡¡Nos leemos!!
Nos espera un gran relato Carmen , para mí el comienzo ha sido enigmático y me he quedado con muchas ganas de seguir leyendo .espero que pronto nos deleites con el siguiente capítulo. Enhorabuena por tu obra
ResponderEliminarHola mami!!
EliminarQue bien que te haya gustado!! ^^ Es un comienzo un poco raro, si, pero así os dejo conocer a los personajes antes jiji
Besote gordo!! Y a ver si este finde podemos vernos!! :D
Oh! Esto huele a magia de la buena. Creo que ahora podré tener más tiempo y leerte con más asiduidad. Siempre es agradable tu lectura.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola, Miguel Ángel!!
EliminarMuchas gracias por tus palabras!!
Sí, me huele a que la magia va a desbordar en esta historia jiji
Por otra parte, qué bien que tengas más tiempo libre, así te tendré por aquí, y seguro que también podrás subir más cositas a tu blog :D que ya sabes que me encanta :)
Un abrazo fuerte!! Nos leemoooos!!
Parece un buen relato , espero la continuidad. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenos días, Mamen! Muchas gracias :) Espero que lo que venga te guste también ^^
EliminarUn abrazo!
Hola Carmen!!!!
ResponderEliminarRecién he hallado la primer parte de tu precioso relato y ya quiero masss!!!!
Hermoso,amiga!
Abrazo gigante desde mi Argentina
Clara
Hola, guapa!!
EliminarMuchas gracias! Me alegro que te haya gustado!!
La verdad es que aún no tengo la continuación... El trabajo me absorbe y me roba toda la creatividad T-T Pero a la que tenga un ratito me pongo con ella de nuevo :D
Abrazo enorme wueqde va volando desde aquí hasta tu preciosa Argentina!! ^^
Ah!! Y gracias por pasarte por aquí!!! Muackas!!
Ups... El movil escribe lo que quiere XD wueqde... XD perdón! quería decir QUE SE va volando!! JajajjajaJa
EliminarAiiiinnssssss
Besitos!!!!
tienes un blog bonito y me gusta como escribes saludos desde Miami
ResponderEliminarBienvenida, Recomenzar :)
EliminarMuchas gracias!! Me alegra que te haya gustado. Estaré encantada de tenerte por aquí siempre que te apetezca ;)
Saludos desde Barcelona! ^^